- Grupo Scout X El Pilar
589
page-template-default,page,page-id-589,bridge-core-2.5.9,qode-listing-2.0,qode-quick-links-2.0,qode-page-transition-enabled,ajax_updown_fade,page_not_loaded,, vertical_menu_transparency vertical_menu_transparency_on,overlapping_content,footer_responsive_adv,transparent_content,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-24.4,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-8.0.1,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-1183,elementor-page elementor-page-589

LOS MARIANISTAS

 

Este proyecto no se puede entender sin los Marianistas. En 1961 dos religiosos marianistas profesores del colegio, D. Teodoro Villareal sm y D. Santiago Betolaza sm, fueron los que se lanzaron por primera vez al campo en las Fallas de ese año con un grupo de chavales alumnos del colegio. Por esos años también aparecieron otros grupos scouts en los colegios marianistas de España como parte de un mismo proyecto. Desde entonces, ya sean laicos o religiosos, los Marianistas siempre han estado presentes en el grupo y lo han sacado adelante, siendo guías y bases de su historia, sabiendo impregnarle el carisma cristiano que nos caracteriza.

 

 

 

La Compañía de María (Societas Mariae, S.M.) es una orden religiosa de la Iglesia Católica, fundada por el beato Guillermo José Chaminade en 1817, y forma parte de la Familia Marianista.

La Familia Marianista es una gran comunidad Católica de Laicos, Religiosos y Religiosas, que viven su vida cristiana como María, abiertos a la acción amorosa de Dios, respondiendo a la invitación, y el mandato de ser discípulos en la misión de Jesús.

Los marianistas somos un grupo más dentro de la Iglesia y del mundo. En la Iglesia vivimos y con ella caminamos, sufrimos y nos alegramos.

Mezclados entre los hombres, viviendo distintas misiones, queremos ofrecer a la gente el testimonio de nuestra vida centrada en Dios y el fruto de nuestro trabajo.

No nos conformamos con lo que hacemos, ni con la forma en que lo hacemos. Quisiéramos hacer más y, sobre todo, hacerlo mejor. Nos gustaría ser más dóciles a las voces del Espíritu y más abiertos a las necesidades del mundo: es decir, no queremos perder el contacto ni con Dios ni con los hombres y mujeres de nuestro mundo.

Nuestra vida es muy normal, llena de debilidades y de fallos. Pero también colmada de esperanzas y de ilusiones.